jueves, 1 de mayo de 2014

Primaria.

Soy muy simple, muy primaria. Cuando se trata de sexo (de Su sexo, de Nuestro amor) me basta un único pensamiento. Eso lo desencadena todo, después del primero viene el segundo, luego el tercero, y ya poco importa lo demás.

Un masaje en la espalda, mis manos amasando Su carne, Su piel abrasando mis dedos: y sexo. Y ya he perdido la cabeza, ya no se me pueden pedir razonamientos, ya me vuelvo un animal, como una gata maullando en una casa vacía. Intenta tú explicarle a una gata en celo que no hay macho que la monte...

Entonces una caricia en el muslo, el brazo o el vientre sólo alimenta mi deseo. Una sonrisa: sexo. Una mirada: sexo. Una frase que puede sonar ambigua: sexo. Todo se impregna de lujuria. Intento pensar en la cama para dormir, pero sexo. Si cierro los ojos veo Su cabeza entre mis piernas. Si abro los ojos veo Su boca, que quiero entre mis piernas. Si me alejo de Su cuerpo es porque sexo. Si me acerco, es en mayúsculas. No quiero imaginar, pero sexo. Ya se me ha cruzado la idea y ya estoy perdida. Ya soy tan sencilla y ordinaria como unas bragas húmedas. Y Su sueño silencioso me suena a gemido. Y Su cuerpo caliente e inmóvil me parece agitado. Y Su nuca me huele a sexo, a piernas abiertas y a tirones de pelo.