Nos compartimos y nos mezclamos.
Compartimos el dinero. Cambiamos las carteras de bolsos,
mezclamos las monedas y los billetes en cajas. Mezclamos la ropa, cambiamos los
calcetines de cajones, compartimos las chaquetas y los pantalones, juntamos los
pañuelos y los gorros, las camisetas y los bikinis. Mezclamos los zapatos, los
apilamos en un montón, tu bota encima de mi zapatilla y mi chancla al lado de
tu sandalia… Todo lo mezclamos. Mezclamos los pelos en el desagüe de la bañera
cada vez que nos duchamos. Se mezclan nuestros libros y CD’s en las
estanterías. Mezclamos las anotaciones en el calendario y los papeles
importantes en carpetas. Compartimos los propósitos, los vasos y la cama.
Intercambiamos las batas y los pijamas, mezclamos las salivas, los mecheros,
las fotos, los recuerdos y las esperanzas. Compartimos los planes, las cucharas,
las películas, los tatuajes y las medias, mezclamos las lágrimas y las risas.
Compartimos los orgasmos, mezclamos las miradas, las pieles, los gemidos, los
paseos, los sueños cumplidos y los viajes pendientes. Mezclamos los pintauñas,
los cepillos de dientes, los medicamentos, la ropa sucia, las bragas en la
lavadora, los uniformes de trabajo en el tendedero, las gorras en la
estantería, las colonias y las mochilas.
Mezclamos las piezas. Unimos el puzzle.
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