miércoles, 24 de septiembre de 2014

Insomnio.

Llevo más de dos horas en la cama.
Qué fácil debe ser dormir sin pesadillas.

Acostarte sin fantasmas.
Ni culpas.
Ni madres desdentadas pidiendo perdones.
Ni abuelos cancerígenos en ataúdes.
Ni familia náufraga en tierra firme.

Acostarte y roncar a los diez minutos.
Sin que te coman tus demonios.
Sin que te asalten fotografías borrosas.
Sin miedo al futuro.

Sin la sensación de un cuchillo en el cuello
y un calambre en el subconsciente.


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